María Gabriela Fernández B.
Que la voluntad de la mujer sea valorada, así como sus tiempos fisiológicos, durante el embarazo y el parto (en embarazos de bajo riesgo) es una de las recomendaciones que la Organización Mundial de la Salud abandera a fin de promover el parto respetado o humanizado. Este tipo de parto, que requiere de la atención cercana y consciente por parte de los y las profesionales de la salud, otorga a la mujer y al recién nacido roles protagónicos, lo que permite dimensionarlos como seres humanos con derechos y merecedores de respeto, en medio de la poderosa experiencia vital que significa el parto y el nacimiento.
Con motivo de la celebración de la Semana Mundial del Parto Respetado, el tocoginecólogo y enfermero neonatal Emiliano Pucherman compartió con Océano Medicina su perspectiva sobre la temática.
Este profesional es médico de planta permanente en la Unidad de Ginecología de la Maternidad Sardá, en Buenos Aires, y es conocido en redes sociales con el usuario de @dejathuella, donde a diario recibe múltiples mensajes de agradecimiento de parte de las pacientes y familias que han contado con su apoyo y atención en el nacimiento de los nuevos miembros de sus hogares. La búsqueda del equilibrio entre la promoción de lo natural, la opinión de la mujer y el criterio médico ante contingencias es una de las bases con las que Pucherman ejerce a diario su profesión en las salas de parto.
—¿De qué hablamos cuando se habla de parto respetado?
—A mí me parece mucho más abarcativo llamarlo “parto humanizado”. La concepción de respeto es más aprendida desde la norma social y cultural, y por tanto puede variar en cada cultura. El trato humanizado tiene que ver con el trato como un ser humano, desde lo cercano, considerando los tiempos biológicos y los deseos de la mujer, apoyando y defendiendo el parto vaginal, pero sin perder la vigilancia atenta. Para mi equipo, el parto humanizado es nacer con todas las atenciones y cuidados posibles, pero también nacer como se nace en esta era: con servicio de neonatología, con posibilidad de una transfusión sanguínea si es necesario o de hacer una cesárea si la emergencia lo requiere: sin restarles a la criatura o a la madre la necesidad de ser atendidas ante alguna posible complicación.
—La mayoría de los partos se da sin complicaciones y yo siempre defiendo que lo natural suele ser lo mejor, pero hoy en día necesitamos que sobrevivan todos: desde el bebito de 500 gramos hasta el de 5 kilos. Por eso, para mí, humanizado es más allá que parir en el living de casa; es defender el parto vaginal, pero sin caer en la negligencia. El límite entre cuánto arriesgar o esperar y la negligencia tiene que estar determinado por el criterio médico.
— Entre las recomendaciones de la OMS se encuentra la posibilidad de que la mujer pueda tener compañía al momento de parir. Cuando se trabaja en centros que no siempre están acondicionados para ello ¿cómo ayudar a promover este tipo de factores?
—En la Maternidad Sardá, existe muy buena voluntad por parte del personal en que haya acompañantes. Hay que decir que en los hospitales de la ciudad la parte edilicia data de muchos años y antes no solía considerarse que el padre o la otra madre entrara a la sala de parto, así que no están del todo acondicionados para ello. A pesar de eso, desde el equipo se promueve la entrada de compañeros y en la Sardá somos pioneros incluso en que los padres puedan estar en la sala neonatal las 24 horas del día. Yo tuve la suerte de formarme en un hospital que siempre apostó a eso, a pesar de las dificultades edilicias y de presupuesto.
—En realidad, se entendió que el acompañamiento de la mujer nos beneficia a todos: a la mujer, en primer lugar, pero también a los profesionales de la salud y a la familia entera, porque hace que el nacimiento sea un evento familiar y no solamente médico. Además, al contrario de lo que se pensaba antes, el familiar que está ahí ve el accionar de los médicos para resolver cada urgencia que pueda presentarse, sabe que se hizo todo lo posible, y se convierte en aliado para que todo salga bien.
—¿Cómo se vive en las salas de parto la selección de la posición para dar a luz?
—Lo que veo con mayor frecuencia es que las mujeres suelen tomar por cuenta propia una posición semisentada, casi vertical pero no del todo, a 45 grados. Es una posición bastante cómoda para ellas y también para el equipo médico, que de esa manera puede atenderla con mayor facilidad.
—El parto vertical es un poco más complicado. Sucede que, en algunas posturas de parto, es más limitada la apertura pelviana y eso puede causar más dolor en la contracción, aunque luego sea más rápido el proceso. En mi opinión, el parto vertical tiene muchos grises en el medio, y es un poco complejo de llevar a la práctica: sin anestesia, es muy doloroso para la mujer porque se abre mucho la cadera; pero con anestesia, la mujer no tiene tanta fuerza para mantenerse en pie y necesita más apoyo. Lo que he visto en mis años de experiencia es que la mujer tiende a estar recostada, y creo que ocurre así porque conoce esa postura como algo que la protege y resguarda, una idea finalmente aprendida.
—En su opinión, ¿el parto debe ser pautado o desencadenarse de forma natural?
—Hoy en día, cuando casi es el año 2020, nosotros no sabemos con precisión cuál es el fenómeno fisiológico que hace que el parto se desencadene. Si la mujer no tiene una patología, soy partidario de que uno debe esperar el inicio espontáneo del parto. Es lo mejor que le puede pasar a la mujer, desde su fisiología, desde la transición de la vida intrauterina a la extrauterina para el bebé e, incluso, desde los costos médicos. Si el embarazo es de alto riesgo, puede ocurrir que haya una necesidad de detener el embarazo en un momento para salvar la vida del bebe; pero eso no es lo habitual, esas situaciones son la excepción.
—Otras miradas sobre este tema tienen que ver con la bibliografía sobre las pacientes de más de 40 años: a nivel médico se sabe que a veces hay que intervenir para generar el parto, porque hay mayor tendencia a que el embarazo se prolongue en el tiempo, por su fisiología. Otro caso a considerar es cuando no es el médico el que quiere poner un límite en la gestación (que hay un poco esa tendencia a vernos como los monstruos), sino la mamá misma quien pide cuándo sacarlo. Muchas no quieren o no pueden tener la incertidumbre de cuándo va a nacer el bebé, como en casos de madres que viven solas con sus otros bebés y que no se pueden arriesgar a una emergencia nocturna. Hay un montón de bemoles en el medio y creo que a nivel médico uno debería incentivar el inicio espontáneo del parto sin ninguna intervención, pero a veces la mamá también tiene su opinión y eso también tiene que ver con el respeto a la mujer y con su derecho a escoger.
—En esa misma línea, ¿cuándo es necesario practicar una cesárea y cuándo no?
—En general, la cesárea solo sería necesaria en casos muy puntuales. Estos pueden ser cuando haya presentación pelviana (si el chico viene sentado), situación transversa del feto, cuando la mujer tuvo dos o más cesáreas anteriores, cuando la paciente tiene un herpes genital activo, si existe un tumor previo (un mioma o candiloma gigante), cuando hay una placenta previa, cuando la mujer tuvo alguna cirugía uterina que no sea una cesárea (ejemplo, una mujer operada de miomas en el útero) o cuando se trata de un embarazo triple o cuádruple.
—Con ese tema me sucede algo personal, porque yo vengo de un hospital donde en la maternidad nos enseñan que el nacimiento en embarazos de bajo riesgo deben ser por parto vaginal y eso es lo que defiendo, así que cuando fui al ámbito privado y la primera mujer me pidió una cesárea me pareció una elegía. Promover y defender el parto vaginal es lo mejor para las pacientes, pero la postura que he tomado es que yo como médico respeto la voluntad de la mujer porque ella es la que pone el cuerpo, pero me tomo mi tiempo para contarle cuáles son los beneficios para ella y para el chico del parto natural. Algunas cambian de opinión, otras lo consideran y otras ya tienen la decisión muy tomada.
—A veces me he encontrado casos de mujeres que tienen en su historial abusos sexuales y que no quieren parir por toda la genitalidad que implica ese proceso. Así que entiendo que si yo no considero su pedido, eso también me haría ir en contra de los principios de parto humanizado. Por supuesto que eso no significa que no respete al bebé, porque yo tengo que cuidar dos pacientes y sé que lo ideal es hacer la cesárea en la semana 39, por ejemplo. Lo que sí hago es ocuparme de que la mujer sepa todo lo que debe saber y, si aún así sigue sosteniendo la idea de la cesárea a pedido, lo consideramos.
—El momento del corte de cordón umbilical es también un punto clave en lo referente al parto respetado o humanizado ¿Cuál es su postura al respecto?
—Desde lo personal, siempre estimulo el corte oportuno. Mucha gente lo llama tardío, pero la palabra tardío sugiere que no se está realizado en el momento correcto, cuando en realidad, en este caso, es el ideal. Consta en cortarlo luego de que el cordón deje de latir y eso le trae un gran número de beneficios al bebé. Se ha demostrado que hacerlo se ha logrado que disminuya la prevalencia de la anemia del recién nacido en un altísimo porcentaje y esa es un patología neonatal muy frecuente. Es muy valioso porque con una intervención mínima, le estás ahorrando al bebé un año de tomar hierro. Por supuesto, todo estará condicionado a la salud del bebé al momento de nacer: si nace con un paro cardíaco, hay que cortar y atender urgentemente.
—Otra cosa a considerar en el corte oportuno, es la posibilidad de preservar la célula madres del cordón. Es importante recalcar que no es necesario cortarlo antes, como solía creerse. Con el cordón cortado cuando deja de latir, hay todavía suficientes células para su resguardo, así que es una estrategia de salud muy efectiva que amerita ser hecha siempre.
—¿Cómo promover la lactancia materna desde el momento del nacimiento?
—Se sabe que dentro de los 10 pasos para una lactancia efectiva para la OMS y la Sociedad Argentina de Pediatría, se recomienda que el bebe sea puesto en pecho de la madre ya en sala de parto para que haga la primera succión, y para mí eso es esencial. Muchas veces, esto no significa que el bebe ya vaya a beber y tragar de inmediato; de hecho, me atrevería a decir que el fin no solo es nutricional sino también promover el contacto entre la madre y su bebé, que reconozcan sus olores y empiecen a forjar el vínculo fuera del vientre. Uno es consciente de que todas esas acciones son las que condicionan la relación madre e hijo a futuro, así que son momentos muy cruciales.
—¿Cómo llevar de la mejor manera el vínculo entre los profesionales de la salud y figuras como las doulas, coach u otro tipo de acompañantes de la mujer durante el parto?
—El vínculo transcurre de la mejor manera si cada quien se encarga del rol que le fue asignado. Mientras tengan un rol de acompañante es perfecto, porque hay mujeres que se sienten muy seguras así cuando las han escogido. Sin embargo, a veces es muy difícil para estas acompañantes el entender que hay cuestiones que tienen que ver con decisiones médicas y que nosotros seremos los responsables de lo que suceda. Nosotros como profesionales estamos abiertos a la participación de estas nuevas disciplinas, pero así como no interferimos con su trabajo queremos que no interfieran con el nuestro de tal manera que quienes se beneficien sean la mamá y el bebé.
—Hay lugares del mundo donde el parto domiciliario es la estrategia de salud, pero hoy en día es algo impensado en Argentina. Existe mucha gente que lo hace, altamente lucrativo, pero la verdad es que yo no asistiría un parto en domicilio ni loco, porque si algo he aprendido en el ejercicio de esta profesión es que la complicación obstétrica es muy veloz. En el parto está todo bien hasta que deje de estarlo. En una hemorragia posparto, la mujer puede morir en 15 o 20 minutos si no se controla el sangrado, y es imposible en este país llegar con esa velocidad a un centro asistencial. En otros lugares, tienen terapias intensivas neonatal ambulantes, si eso te pasa acá, puede morir la mujer en el camino. Es una complicación que no pasa con frecuencia, pero si te pasa, es el 100%.
—¿Cómo fortalecer el vínculo con las familias en el momento del parto?
—Desde lo personal, lo que me ha funcionado siempre es la integración. Algunas veces el papá o la otra madre me pregunta si puede presencial el parto y yo le digo que no, que debe participar. La mujer no necesita un florero, la mujer necesita alguien que la apoye, que ponga música, que tenga un rol cada vez más activo. Uno le ofrece a la pareja si quiere cortar el cordón y, como esa, hay un montón de maneras de generar esa relación. Desde lo personal, trabajo para el vínculo. La cuestión social y psicológica es primordial, es una de las principales cosas que condicionan la salud el chico.