Las residencias médicas constituyen la principal fuente de nuevos especialistas para la región. Pero transitan un periodo caracterizado por bajos salarios, sobrecarga laboral y malos tratos hacia médicos y médicas residentes.
Cada año en Latinoamérica resulta más difícil cubrir la totalidad de vacantes disponibles para realizar residencias médicas. Eso es lo que sucede por ejemplo en Argentina o en México, en una instancia de formación acostumbrada a ser muy pretendida por médicos y médicas que quieren obtener una especialidad. El desapego es multicausal y sujeto a realidades particulares de cada país. Pero tres son los factores que en líneas generales priman en la región: existen bajos salarios, excesiva carga de trabajo y, por si fuera poco, maltrato y violencia laboral.
El pasado 21 de septiembre se celebró en Argentina el Día de la Sanidad. Pero la fecha, más que de festejo, fue de reclamo para un grupo de residentes médicos que se trasladaron hacia el centro de la ciudad de Buenos Aires. Allí pidieron por un incremento en los salarios que les permita cubrir la canasta básica familiar. “Sin residentes no hay hospital y precarizados no vamos a trabajar”, manifestaban. La jornada de paro y movilización también ocurrió en otros puntos del país.
En México, el pedido por un sueldo digno se acompaña de otras demandas. Están relacionadas con mejoras en la infraestructura sanitaria, mayor disponibilidad de insumos médicos y la necesidad de ámbitos seguros para el ejercicio profesional. Todo esto desencadena escasez de postulantes y una elevada deserción en el sistema de residencias médicas mexicano. Este malestar con distinta intensidad viene sucediendo en otros países de la región. Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América Latina se debe trabajar en la búsqueda de consenso en los salarios de quienes inician una residencia médica.
“Si estoy en una operación el día posterior a la guardia, le pido a alguna enfermera que me mire a ver si no me quedo dormido. Y ellas me patean por debajo de la camilla, si se me cierran los ojos”, comenta un residente argentino en una tesis de la experta en educación médica Fabiana Reboiras. Allí, otros testimonios dan cuenta de las condiciones de formación a las que son expuestos los profesionales en las residencias médicas en Argentina.
La falta de sueño y el cansancio físico son moneda corriente en este ámbito. Las jornadas laborales a veces resultan interminables y pueden exceder las 36 horas. Entre guardias extenuantes, y la posterior atención de pacientes internados a cargo, el residente redondea aproximadamente 340 horas de trabajo mensuales en Argentina.
Este problema también ha sido denunciado en otros países de la región. Pero las guardias de 24 horas persisten. Incluso a pesar de diversos estudios que dan cuenta del impacto que puede tener la privación del sueño en el desempeño profesional y en la propia salud del residente.
Dado que la falta de sueño tiene efectos similares a la ingesta de alcohol, es un tema que según los expertos debería generar preocupación. La mayoría de las entidades dedicadas a promover la seguridad del paciente recomiendan que los profesionales con deuda de sueño estén descansando en sus hogares y no a cargo de enfermos. Si eso no ocurre, se duplican las posibilidades de error médico.
Por otro lado, la sobrecarga laboral atenta contra el espíritu formativo de la residencia. El servicio de emergencias, la sala de internación, los consultorios externos o el quirófano son escenarios educativos para quienes quieren lograr una especialidad. Allí se aprende de manera incidental, observando a otros médicos más experimentados. También manejando pacientes, pero bajo un sistema de supervisión permanente.
El objetivo del proceso es que el residente vaya ganando autonomía y asumiendo de manera gradual responsabilidades en las tareas asistenciales.
Pero existe consenso en que el exceso de trabajo va en desmedro de la calidad de ese proceso formativo.
“La residencia es mano de obra barata”, se lamentan habitualmente los jóvenes profesionales. Acto seguido, denuncian que en algunas instituciones es común las aperturas de plazas de residencia solo destinadas a cubrir necesidades asistenciales. Esto resulta trabajo encubierto, en exceso y mal pago. Allí las posibilidades de un aprendizaje supervisado se diluyen notoriamente.
Lo que termina de desalentar el ingreso a una residencia médica es el frecuente reporte de situaciones de maltrato, violencia laboral y acoso de cualquier tipo.
Algunos resultados que arrojan encuestas resultan alarmantes: por ejemplo, en Argentina el 89% de los residentes manifiesta haber sufrido algún tipo de violencia laboral. En Chile aproximadamente el 71% experimentó conductas de acoso. Las agresiones más frecuentes son las verbales. Incluyen intentos por parte de los médicos supervisores de menospreciar y menoscabar el trabajo de los residentes. En México la prensa local se ha hecho eco de rituales de iniciación para residentes acompañados de violencia física extrema.
Este fenómeno de maltrato laboral no es exclusivo de América Latina y en países como Estados Unidos, o Canadá, también existe. Para Fabiana Reboiras, tiene que ver con la naturalización y tolerancia de estas prácticas en el ámbito de las residencias médicas. También con el sistema jerárquico y verticalista que adoptan y el mantenimiento de una pedagogía basada en el castigo.
El aprendizaje experiencial que ofrecen las residencias médicas deja marcas que perduran en la memoria. Garantizar condiciones óptimas para que esos recuerdos sean positivos, y no una invitación al síndrome de burnout resulta entonces prioritario. Los expertos creen que vale la pena el esfuerzo para dar con condiciones más favorables. La satisfacción profesional de los y las residentes está en juego. Pero también la calidad formativa de lo que en la actualidad sigue siendo la principal usina de especialistas en la región.
Pediatría
600 horasDermatología
500 horas-Reboiras, Fabiana. 2020. Condiciones de formación en las residencias médicas : el maltrato como práctica educativa legitimada. Tesis de Maestría. FLACSO. Sede Académica Argentina, Buenos Aires.
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